miércoles, 16 de septiembre de 2009

MARIA LA ENDIABLADA

“MARIA LA ENDIABLADA”


En una población ubicada a 65 Km. de la cuidad de Puebla, rumbo al sur, Izúcar de Matamoros, muy conocida por su gente afable, calida y muy alegre, con clima caluroso, sembradíos de caña de azúcar, maíz, frijol, cacahuate y chile, de grandes y bella tradiciones, donde al atardecer después de las labores, se reunían con vecinos y familiares para platicar y tomar chocolate de agua con pan, a veces hacían fogatas o utilizaban el quinqué, muy usado en ese tiempo por carecer de energía eléctrica. Y era en esos mágicos momentos donde salían a relucir esas bellas historias y leyendas que hacían el deleite de chicos y grandes, y una de ellas es la que voy a compartirles llamada María la endiablada.

En esa época de principios del siglo XIX, la vida en familia era de unión, respeto y obediencia, se rezaba el rosario, y al amanecer se daban gracias por el nuevo día, a la hora de los alimentos, se ofrecían los mismos por medio de una oración aunque fueran de escasos recursos, les gustaba participar con fervor en las ceremonias litúrgicas de Semana Santa, Navidad,Corpus Cristi , o fiestas patronales.

En las afueras de la población había una hacienda habitada por una familia de clase acomodada, que tenían una sola hija llamada “María”, era una niña caprichosa, se comparaba frecuentemente con sus vecinos y se sentía superior, los humillaba, se mofaba de ellos, lo que hizo que los niños de alejaran de ella, evitando su trato se convirtió en solitaria y rebelde, sólo contaba con la compañía de su nana, mujer piadosa y paciente que soportaba los caprichos de la chiquilla, y a toda costa trataba de persuadirla para cambiar de conducta, pero María ignoraba los consejos y cada día era más insoportable, sus padres viajaban mucho y la dejaban con la nana Lupe, como le llamaban cariñosamente.

En uno de esos viajes María se comportó peor que otras veces, humillando a Lupe y a los vecinos con berrinches continuos, negándose a comer lo que su nana con tanto amor le preparaba, ella sólo era feliz si le daban dinero, le gustaba juntarlo, en las noches lo acariciaba y pensaba en obtener cada día más, había tomado la costumbre de pedir a sus familiares de manera altanera monedas, y ellos con tal de no provocar sus caprichos, se las otorgaban, era muy desperdiciada, el dinero lo gastaba en golosinas que, apenas probaba las tiraba sin compartirlas con sus vecinos o compañeros, y gozaba ver en la escuela la cara de antojo de sus compañeros al ver tantas golosinas juntas y ella se deleitaba observándolos. Después que sus padres regresaron del viaje, fueron informados por Lupe, de la conducta de María, ellos muy molestos y para evitar que continuara en esa actitud propusieron un castigo fuerte a la niña, se pusieron de acuerdo con los familiares para que nadie le diera dinero, que es lo que mas le gustaba obtener y que ellos harían lo mismo, hasta lograr convertirla en una niña humilde y respetuosa, que ayudara a los demás.

Todos cumplieron con lo pactado y a partir de ese momento, María sintió el rigor de su familia al no obtener dinero a pesar de sus berrinches, suplicas y enojos. Se llegó el día que sus padres tuvieron que partir a otro viaje y le recomendaron mucho a la nana, que la cuidara y no le diera dinero, tan pronto se fueron, María regresó a sus conductas caprichosas, y cuando la nana se distraía, ella salía a la calle y pedía dinero a los vecinos o gente que pasaba, iba a la tienda y pedía golosinas fiadas, convirtiéndose en una obsesión el tener dinero en sus manos, y cuando lo conseguía gozaba al contemplarlo y escuchar su sonido, se pasaba horas en dicha actividad.

Sucedió que una tarde, ya casi oscurecía, María escapó a la vigilancia de Lupe y salió como de costumbre a la esquina de su casa, apenas llegaba cuando encontró a un hombre muy elegante, con traje negro y pelo liso, peinado hacia atrás, de mirada penetrante y con una sonrisa le dijo: ¡María, te estaba esperando! yo se que tu necesitas dinero y nadie te lo quiere dar, no te preocupes, yo seré tu amigo y te daré todo el dinero que quieras, pero no le digas a nadie que nos vimos.

María se emocionó y no se percató del color de los ojos de dicho personaje. El hombre tomó una bolsa llena de monedas y se la entregó despidiéndose, María regresó rápidamente a su casa sin que la buena nana se percatara de su ausencia, escondió la bolsa bajo la cama y se durmió, pero a partir de ese momento aumentó el deseo de tener más y más dinero, y ya sabiendo como obtenerlo, volvió a salir por la noche para ver al desconocido, que ciertamente estaba nuevamente en la esquina, sucedió lo mismo y le entregó otra bolsa de monedas y se despidieron, prometiéndole volver. Después de varios días, el sujeto le dijo a Maria después de entregarle otra bolsa, que necesitaba un favor de ella, le preguntó que quería, y el sonriente le contestó que solo deseaba despedirse con un beso, pues tal vez ya no la vería, ya que sus padres regresarían pronto y ya no podría salir a verlo. Ella accedió y él depositó un beso en su frente y se marchó, al llegar a su casa como de costumbre, guardó la bolsa y se dispuso a dormir. A partir de ese día evitaba rezar como siempre antes de dormir o al despertar. Su carácter era más voluntarioso, se volvió cruel con los animalitos, gozaba con golpearlos. La nana Lupe la observaba con mucha preocupación, pero se resignaba, pensando en la pronta llegada de sus patrones. A la mañana siguiente al ir a despertar a la niña, notó que en la frente tenía una mancha roja como quemadura y preguntó a María asustada que le había sucedido, ella le contestó que no sabía, que no sentía nada.

Por la tarde se escapó a la tienda, llevando unas monedas de las de las bolsas, pidió muchas golosinas y al pagar, cuando el tendero tomó las monedas, sintió un frío intenso y se sacudió todo el lugar ,como un terremoto, ellos se asustaron. Y así pasó en otras ocasiones que ella pagaba con las monedas, empezaron a tenerle miedo y ella muy preocupada, le contó a la nana lo que había pasado, ella muy asustada tomó agua bendita y regó por la casa y se sacudió con un fuerte temblor toda la casa, con un olor muy fuerte a azufre.

Muy temprano al amanecer llevó a la niña con el sacerdote y le contaron todo, y el le aconsejó llevar las bolsas de dinero hasta el final de unos cerros que les indicó y que estaban muy lejanos y arrojar las bolsas hasta el fondo y regando agua bendita y rezando La Magnifica.

Salieron muy temprano, pues los padres de la niña estaban por llegar y después de caminar todo el día llegaron al cerro picudo y con un abismo profundo y rezando La Magnifica como les había dicho el padre, las arrojaron, escuchándose un estruendo como explosión y saliendo una llamarada que las cegó y un fuerte olor a azufre. Regresaron de prisa a la casa y fueron regando por todos los rincones agua bendita, hicieron un rato de oración las dos juntas, y al observar a la niña, la mancha había desaparecido como magia, se abrazaron, María pidió perdón a la nana y le agradeció su ayuda, prometiendo ser obediente y humilde así como prestar ayuda a los demás. Cuando sus padres llegaron se encontraron con una hija diferente y felicitaron a nana Lupe, sin saber jamás lo acontecido.

Irma Hilda Aguilera Guevara.
“Jenny”

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