miércoles, 16 de septiembre de 2009

EL ANGEL DE LUISITO

“EL ANGEL DE LUISITO”


Cuando en una familia existe la fe y el amor a Dios y se practica la oración diaria, se dan gracias por cada favor recibido, y se tiene el alma limpia y con bondad pueden suceder hechos maravillosos, como el que presento:

Hace muchos años, en siglos pasados, había una familia formada por Esperanza , mujer humilde y su pequeño hijo Luís de tres años, sola y con mucha necesidad de trabajar, para poder sostener a su pequeño, se levantaba al alba para lavar y planchar ropa ajena, además de salir por la mañana a realizar quehaceres en otras casas, con sus pocos ahorros se había comprado una Biblia usada y por las noches mientras el niño dormía, ella leía con avidez , y después rezaba y se dormía en paz, para estar lista para la nueva jornada del nuevo día. Esto acontecía a diario, pero a Esperanza la atormentaba el tener que dejar por varias horas al niño solo, mientras salía a trabajar, le dejaba cerrado con llave, quitando los objetos que él pudiera tomar y ocasionarse algún daño. A veces dejaba a Luisito dormido pero otras lo dejaba bañado en lágrimas al verla partir. No tenía otra forma de ganar dinero, ni familia que pudiera atender al niño, y tampoco le aceptaban llevar a su hijo al trabajo, en sus ratos libres, platicaba al niño sobre su angelito de la guarda y le enseñaba una oración sencilla para pedirle su ayuda en el cuidado evitándole accidentes o algún percance El observaba muy atento la imagen de un ángel con un niño, que Esperanza había enmarcado y colocado en la cabecera de la cama.,EL se pasaba largos ratos cuando estaba solo platicando con el angelito, contándole sus miedos de acuerdo a su edad. Pera, como le llamaban a Esperanza de cariño, dejaba parte de su alma, cada mañana le recomendaba, no tocar la estufa ni abrir ni subirse a lugares altos, el era un pequeño muy entendido y como el cuarto era reducido no había mucho que hacer. Tal parece que Luisito comprendía la preocupación de su afligida madre, se portaba muy bien. Un día muy lluvioso el niño amaneció con fiebre alta y los ojitos muy rojos, quejándose de dolor de cabeza y sin apetito, ella le dio un té y un masajito pues sabia que no podía faltar al trabajo y muy preocupada se puso a orar y pedir el pronto alivio de Luisito y con mucho dolor esperó a que se durmiera para retirarse a sus labores, le dejó un vaso con agua. Al comentar con sus patrones su caso, ellos alarmados le informaron que se había desatado una epidemia y que varios pequeños, a pesar de los cuidados, habían fallecido, ella con el alma en un hilo, se apuró a sus labores con el fin de regresar pronto a casa, para ver a su pequeño, pero ese día hubo más cosas que realizar y se fue más tarde de lo acostumbrado, cuando llegó a su casa se asustó al ver una luz encendida, pues ya oscurecía y pensando que alguien hubiera entrado apresuró el paso, abrió y encontró a Luisito muy dormido, pero más tranquilo, ella no se pudo explicar como se encendió ese quinqué, ya que el niño no sabía donde estaba, ni como se encendía, además el pequeño estaba muy arropado.
Debido a tantas preocupaciones el asunto pasó al olvido y preparó todo lo del siguiente día, se durmió y agradeció a Dios por la salud de su hijo.
Al otro día se ausentó y regresó aún más noche a casa y volvió a encontrar a Luisito muy arropado y dormido, pero con el quinqué encendido. Extrañada preguntó a sus vecinos si alguno había encendido la luz, ellos le recordaron que siempre dejaba cerrado con llave y el niño no sabía abrir, por lo que no había forma de entrar.
Entonces pensó en esconder el quinqué, llevarse los cerillos y regresar antes de oscurecer. Pero tal pareció, que no pudo realizar sus planes ,pues sus patrones, le indicaron que tenia que esperar pues tenían una reunión y tenia que ayudar, y ella no pudo negarse, por su gran necesidad, y al regresar muy asustada observó a lo lejos la luz de su casa y se sobresaltó, entró, revisó todo y sin encontrar huellas de que alguien hubiera entrado, solo descubrió, un plato como si alguien hubiera preparado un alimento a Luisito , se preocupó mucho y mentalmente se dijo para quedar tranquila que tal vez su difunta madre estaba ayudándola a cuidar al niño. Con ansiedad esperó a que el chiquillo despertara para preguntarle que había pasado y el le contó muy emocionado, que cuando ella se iba entraba un amiguito de el, muy blanco y con mucha luz parecido al del cuadro, lo cuidaba, lo arropaba, le daba alimentos y le dejaba la luz encendida diciéndole que no tuviera miedo, le contaba historias muy bonitas y que el día que estaba enfermo le había dado un regalo, era una pluma muy suave y blanca, muy brillante y le dijo que la pusiera debajo de su almohada y que el estaría ahí. Ella lloró abrazada al niño y se hincó para dar gracias a Dios por enviar a ese ángel a cuidar a su hijo, colocó la pluma en la Biblia y quedaron en paz.

Irma Hilda Aguilera Guevara.
“Jenny”

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