miércoles, 16 de septiembre de 2009

LA PROMESA CUMPLIDA

“LA PROMESA NO CUMPLIDA”


En una casa antigua de siglos pasados, hecha de adobe, tejas y paredes gruesas, ubicada en un gran solar de las afueras de la población de Chiautla de Tapia, había un árbol de ciruelo muy grande, que en el mes de octubre, se cubría de ricos y jugosos frutos color rojo, tenía muchas ramas y por la tarde se veía muy sombroso. Al pasar por ahí había en ese traspatio un gran tanque de agua y un pequeño tejado, para colocar los objetos que ya no eran usados, la carreta y los bueyes para la yunta.

Pedro campesino de edad media y su esposa Guille se habían casado hace mas de 25 años, cuando ella era apenas una niña tenían 2 hijos casados y vivían en otro lugar, todos los días a las 4 de la mañana Pedro acudía al traspatio a sacar al los bueyes y darles de comer, lo mismo que preparaba sus herramientas para trasladarse a sus campos a su jornada, Guille se quedaba al cuidado de la casa, lavando y preparando la comida para enviar los tacos a su esposo, esa noche, Pedro estaba muy inquieto y no pudo conciliar el sueño y pensando que ya era hora de levantarse, se fue al lugar donde estaban los animales a preparar como siempre sus cosas, pero al acercarse, observaba una luz muy brillante, como si fuera una fuente de energía muy fuerte, casi lo cegó, pero el decidió averiguar, se acercó, al llegar se oscureció.

A la mañana siguiente, aconteció lo mismo, y Pedro extrañado comentó a Guille lo que había presenciado por la mañana, su esposa no le creyó y pensó que como no había dormido bien el día anterior, soñó lo que le platicó, se despidió y se fue al campo, regresó como de costumbre y trajo cargada la carreta de planta de cacahuate, que había arrancado, para que con la ayuda de Guille limpiaran, quitando las raíces de las mismas... Cenaron y afuera de la cocina colocaron un petate y un quinqué para realizar su tarea hasta muy noche, pues al otro día, tenia que llevar a entregar varios bultos de cacahuate. Estuvieron platicando cuando de pronto Pedro sintió la necesidad de trasladarse al traspatio y allí estaba el destello en la parte baja del ciruelo, el corrió alarmado a traer a Guille quien lo acompañó, y los dos se dieron cuenta de que no había ninguna luz, ella enojada le recordó que su cansancio era excesivo y que le hacia imaginar cosas, el aseguraba que si existían.

Al otro día al regresar esperó a que anocheciera para ir al ciruelo y la luz avanzaba hacia él, se sentía como hipnotizado y se dejó guiar, al llegar al centro de dicha luz, escuchó unos murmullos y luego un lamento, poco después una voz hueca le dijo: Eres un hombre trabajador y honrado y te he elegido para que rescates el dinero que se encuentra aquí, desde la época de la revolución y que me des cristiana sepultura. El se sintió recorrido por un temblor y sudor muy frío, y balbuceando palabras preguntó que tenía que hacer, la voz le dio todas las instrucciones y le ordenó que mandara a hacer 20 misas a nombre de Ismael Sánchez, y que el dinero lo tomara para sus necesidades y construir una casa mejor pero que les compartiera a los más necesitados ayuda y que nunca negara alimentos a los que se lo pidieran. Pedro regresó a la cocina y Guille desesperada por la tardanza, se había retirado a dormir apagando el quinqué.

Pedro se quedó afuera observando el reflejo de la luna, que bañaba todo su patio y empezó a pensar como realizar dicha tarea, se durmió hasta muy tarde y por la mañana Guille preocupada, le preguntó si se sentía enfermo, pues siempre se levantaba muy temprano. El pidió a unos vecinos ir a sus siembras y prefirió quedarse en casa, como su mujer era muy curiosa, decidió enviarla a otra ranchería a visitar a sus familiares y que regresara al otro día. Ya sólo, tomó una barreta y se dirigió al árbol para iniciar la búsqueda, empezó a rascar y rascar cerca de una hora ya el calor lo agobiaba, pero su idea era fija, por fin sintió que la barreta topó con algo duro, y con mucho cuidado, observó una gran olla de barro, repleto de monedas de oro, la sacó y más abajo estaba un atado que se suponía era el cadáver de Ismael, lo envolvió en un bulto de los de abono y lo amarró, colocándolo en un rincón del tejado y la olla la guardo muy bien entre su ropa, abajo del catre, con el fin de que su mujer no la descubriera pues era muy comunicativa; llegó la mujer por la tarde del día siguiente, preparó la cena y descansaron, pero tuvo pesadillas, donde pudo ver el rostro del hombre que le dio el dinero, y le decía que si no cumplía la promesa lo castigaría y él ocuparía su lugar, se despertó muy asustado y se fue a trabajar, proponiéndose, que al regresar del trabajo se dedicaría a sepultar los restos encontrados.

Mientras tanto Guille decidió levantarse temprano para adelantar sus quehaceres y poder escombrar su casa y patios, pues había invitado a sus familiares el fin de semana de visita. Al ver la bolsa del tejado, la desenvolvió y se dio cuenta que eran huesos de muerto y asustada los llevó al río y los arrojó, no dijo nada a su esposo, quien regresó más temprano pero como venía muy cansado se durmió sin cenar y se olvidó de su promesa, así pasó una semana, cuando vio una silueta que le reclamaba cristiana sepultura, él se dirigió hasta donde guardó la bolsa y ya no la encontró, preocupado preguntó a Guille si la había visto, y ella dijo que como era basura la tiró al río, El fue rápidamente a buscarla, pero como era tiempo de lluvias, ya había sido arrastrada por el agua muy lejos.
A partir de ese día no estuvo en paz, todas las noches se escuchaba el reclamo del difunto pidiendo sus restos y que se les diera sepultura y él no sabía que hacer.

Cansado de tanto reclamo, optó por irse a otro lugar lejano, llevándose el tesoro, se puso de acuerdo con Guille para salir muy temprano a Cuautla Morelos, donde tenía familiares, pero al ir la mujer a despertarlo lo encontró muerto y junto a el la misma olla pero repleta de cenizas, ella atemorizada huyó de allí, perdiendo la razón.

Irma Hilda Aguilera Guevara.
“Jenny”

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